ALBERTO ÚBEDA-PORTUGUÉS
Estremecedora y densa película (nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 2008) que nos deja temblando, casi incapaces de articular palabra. La dirige un ilustre veterano, el polaco Andrzej Wajda, que lleva cinco décadas haciendo cine. Ha esperado al último tramo de su carrera para abordar un tema que le toca muy de cerca: la matanza en Katyn (bosques occidentales de Rusia) de 20.000 oficiales polacos durante la Segunda Guerra Mundial. Jakub Wajda, padre del realizador, fue uno de los asesinados por el ejército soviético en 1940, aunque las autoridades comunistas quisieron tras la victoria aliada culpabilizar a los alemanes del terrible hecho.
Estremecedora y densa película (nominada al Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 2008) que nos deja temblando, casi incapaces de articular palabra. La dirige un ilustre veterano, el polaco Andrzej Wajda, que lleva cinco décadas haciendo cine. Ha esperado al último tramo de su carrera para abordar un tema que le toca muy de cerca: la matanza en Katyn (bosques occidentales de Rusia) de 20.000 oficiales polacos durante la Segunda Guerra Mundial. Jakub Wajda, padre del realizador, fue uno de los asesinados por el ejército soviético en 1940, aunque las autoridades comunistas quisieron tras la victoria aliada culpabilizar a los alemanes del terrible hecho.
En "Katyn", Wajda refleja sobre todo la angustia de cuatro de las familias que estuvieron la mayor parte de la guerra sin saber que sus seres queridos habían muerto años atrás. Se ha basado el director de "Cenizas y diamantes" (1958) y "El hombre de mármol " (1977) en una novela del guionista Andrzej Mularczyck ("Post Mortem") y ha prometido que "Katyn" va a ser sólo la primera de una serie de películas sobre estos acontecimientos, que durante todo el periodo de dominio soviético nunca se pudieron denunciar.
Quizá "Katyn" es una película lenta, a veces cuesta seguir el hilo de los acontecimientos, pero lo que narra Wajda es tan sobrecogedor que pasa por encima de sus imperfecciones. Somos solidarios con estas personas que no pudieron pedir justicia y tuvieron que adherirse una nueva piel para soportar el sufrimiento de un crimen tan espantoso. Sin duda, Wajda fue uno de esos seres que convivieron con ese dolor. Por todo ello, "Katyn" nos emociona y nos recuerda la brutalidad de unos tiempos en los que la ideología estaba por encima de las personas.
FICHA TÉCNICA Y ARTÍSTICA
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